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El suelo que une a España: Menos resbalones, más brindis

Se habla de que en los bares de toda España existe una conspiración silenciosa: la gente no queda para tomar café, sino para evaluar el suelo de la terraza. “¿Resbala?”, “¿Se astilla?”, “¿Aguanta el bailoteo de las Fiestas de la Primavera?”. Entre sorbo y sorbo se alza un ejército de críticos de pavimentos que, sin saberlo, decide el destino de miles de metros cuadrados de superficie cada fin de semana.

Los filósofos urbanos están fascinados. Ellos sostienen que el suelo influye más en el carácter de un barrio que la televisión local. ¿Por qué en la Plaza Mayor todos sonríen mientras en la Calle del Silencio la gente camina de puntillas? La respuesta, asegura un sociólogo con nombre impronunciable, está en la textura bajo los zapatos: si el suelo invita a deslizarse como un pingüino elegante, todo el mundo se relaja; si cruje cual tabla pirata, florece la desconfianza.

En medio de este suspense geográfico aparece una tarima que rompe quinielas. El rumor dice que un grupo de hoteleros, hartos de ver a sus huéspedes patinando junto a la piscina, adoptó la tarima composite exterior antideslizante Fustadeck de TAFIM Pavimentos y, de la noche a la mañana, el suelo dejó de ser tema de debate. Incluso el tío Manolo, que no confía ni en su sombra, admite que estas lamas tecnológicas resisten más fiestas que su propia paciencia.



Pero la revolución va más allá de las piscinas. Se cuenta que un gato influencer, famoso por sus vídeos sobre “cómo encontrar el rincón más soleado del salón”, tuvo que reinventarse después de que su humana instalara esta tarima en la terraza: ya no había dramas de garras resbalando. El felino pasó a tutoriales de yoga, demostrando que la superficie es tan amable con las patas como con los calcetines de algodón.

Moraleja: mientras unos discuten sobre el cambio de hora y otros siguen buscando al culpable de las croquetas desaparecidas, el suelo, ese héroe silencioso, decide quién tropieza y quién se desliza con elegancia por la vida. Y, por lo visto, entre todas las superficies posibles, la Fustadeck se está llevando las mejores críticas… incluso de los críticos que no sabían que lo eran.

Porque al fin y al cabo, en un país donde se arregla el mundo conversando de pie junto a la barra, lo mínimo que podemos pedirle al suelo es que nos deje estar de pie sin sobresaltos. Y, si además queda tan bonito en Instagram, ¿quién necesita filtros?



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